El Imperio Bizantino (llamado
también, sobre todo para hacer referencia a su etapa inicial, imperio de Oriente) fue un Imperio cristiano medieval de cultura griega cuya capital estaba
en Constantinopla o Bizancio (actual Estambul). Los orígenes del imperio Bizantino se remontan a la etapa final del Imperio Romano.
Inicialmente abarcaba todo el Mediterráneo oriental, pero con el tiempo fue
sufriendo importantes reducciones territoriales.
No existe un consenso general en
cuanto a la fecha de inicio del Imperio Bizantino. Para algunos autores, la
fecha clave es la fundación de Constantinopla en el año 330, en tanto que otros
estudiosos consideran como acta de nacimiento del Imperio Bizantino la muerte de
Teodosio I, en 395, cuando el Imperio Romano fue definitivamente dividido en
dos mitades, oriental y occidental. Otros piensan que puede hablarse con propiedad de
Imperio Bizantino a partir del momento en que fue depuesto el último emperador
romano de Occidente, Rómulo Augústulo (476).
Nació en Iliria en el seno de una
familia de origen humilde, y se educó en Constantinopla. Fue nombrado cónsul y
asociado al trono por su tío Justino I. En el año 518 fue administrador del
emperador Justino, que le nombró su sucesor. Se casó con Teodora, (523) antigua
bailarina de circo y prostituta, su padre había sido custodio de animales
salvajes en el anfiteatro de Constantinopla. Se rodeó Justiniano de un estrecho
grupo de colaboradores entre los que destacan Triboniano o Belisario. Al
fallecer Justino en el año 527 fue elegido emperador.
La agricultura era la
principal actividad economía. Se organizaba en latifundios, que estos, pertenecían
a la nobleza y era trabajadas por siervos.
La artesanía se basó en
fabricar artículos de lujo, como la seda. Muchos talleres eran grandes y allí
trabajaban una gran cantidad de operarios.
El comercio, estaba favorecido
por su localización geográfica. Además así podían controlar el paso de Europa y
Asia y los intercambios con el Mediterráneo y el mar Negro.
Nivel más alto: lo ocupaban los
altos cargos de la iglesia, ya que poseían grandes latifundios.
Nivel medio: se encuentran los
monjes, campesinos libres, comerciantes enriquecidos…
Nivel más bajo: eran los
siervos y los esclavos.
El emperador intervenía en los
asuntos de la iglesia, ya que, él elegia al patriarca de Constantinopla.
La disputa de imágenes enfrentó
a los emperadores iconoclastas, que prohibieron el culto a las imágenes
sagradas, con los monjes y casi toda la sociedad bizantina, que las
defendían. En realidad, los emperadores, querían quitarles el poder a los
monjes y quitarles las tierras.
La rivalidad entra el patriarca de
Constantinopla y el papa de Roma por sus diferencias sobre la cristiandad,
terminó con la separación entre las iglesias oriental y occidental, este
tratado se llamó: el Cisma de Oriente.
- EL FINAL DEL
IMPERIO BIZANTINO
La historia de Bizancio tras la
reconquista de la capital por Miguel VIII Paleólogo es la de una prologada
decadencia. En el lado oriental el avance turco redujo casi a la nada los
dominios asiáticos del Imperio, convertido en algunas etapas en vasallo de los
otomanos, en los Balcanes debió competir con los estados griegos y latinos que
habían surgido a raíz de la conquista de Constantinopla en 1204, y en el
Mediterráneo la superioridad naval veneciana dejaba muy pocas opciones a
Constantinopla. Además, durante el siglo XIV el Imperio, convertido en uno más
de numerosos estados balcánicos, debió afrontar la terrible revuelta de los
almogávares catalanes y dos devastadoras guerras civiles.
Durante un tiempo el Imperio
sobrevivió simplemente porque selyúcidas, mongoles y persas safávidas estaban
demasiado divididos para poder atacar, pero finalmente los turcos otomanos
invadieron todo lo que quedaba de las posesiones bizantinas a excepción de un
número de ciudades portuarias. (Los otomanos procedían de uno de los sultanatos
—núcleo originario del futuro Imperio otomano— escindidos del estado selyúcida
bajo el mando de un llamado
Osman I Gazi— que daría el nombre de la dinastía otomana u osmanlí).
El Imperio apeló a Occidente en
busca de ayuda, pero los diferentes estados ponían como condición la
reunificación de la iglesia católica y la ortodoxa. La unidad de las iglesias
fue considerada, y ocasionalmente llevada a cabo por decreto legal, pero los
ciudadanos ortodoxos no aceptarían el catolicismo romano. Algunos combatientes
occidentales llegaron en auxilio de Bizancio, pero muchos prefirieron dejar al
Imperio sucumbir, y no hicieron nada cuando los otomanos conquistaron los
territorios restantes.
Constantinopla fue en un principio
desestimada en pos de su conquista debido a sus poderosas defensas, pero con el
advenimiento de los cañones, las murallas —que había sido impenetrables excepto
para la Cuarta Cruzada durante más de 1000 años— ya no ofrecían la protección
adecuada frente a los turcos Otomanos. La Caída de Constantinopla finalmente se
produjo después de un sitio de dos meses llevado a cabo por Mehmet II el 29 de
mayo de 1453. El último emperador Bizantino, Constantino XI Paleologo, fue
visto por última vez cuando entraba en combate con las tropas de jenízaros de
los sitiadores otomanos, que superaban de manera aplastante a los bizantinos.
Mehmet II también conquistó Mistra en 1460 y Trebisonda en 1461.